Pamplinas de una vida

lunes, 23 de agosto de 2010

La Tête En Friche

El principio parece precipitado. Pienso, déme algo más de tiempo señor Becker, para conocer a Germain, saber como se mueve y como suenan sus palabras.

Una viejecita fascinante me enternece desde el primer momento (abuela, es imposible no hacer comparaciones, os parecéis tanto). Margueritte, “sí, con dos tes”, me recuerda lo bello que ha sido este último año leyendo a los grandes como Camus.

La película me ofrece lo que esperaba, tal vez menos pastelosa, tal vez más acertada que mis expectativas.

La recomiendo, sin duda alguna, a los que saben apreciar las historias de amor en las que no hay ningún te quiero, a los que necesitan saber que el cambio es posible, a los que quieran ver a buenos actores en acción.

La labor de Gérard Depardieu me deja con la boca abierta. Hora y media de film, salgo de la sala y sigo sin creerme que existan esa clase de actores que me ponen los pelos de punta. Imagino sus ensayos, sus interminables monólogos personales para acercarse a un hombre tan asustado por lo que no tiene, la ternura de sus abrazos quebrados y la testarudez de sus recuerdos.

¡Chapeau!, también por el resto de actores.

La madre, demasiado joven, pero realiza un excelente trabajo. Fíjense en su mirada, sí, esa mirada suya cuenta la vida entera de una mujer mansa y víctima de despotismos injustificados.

En definitiva, es hora de decir que no al cine de verano (Salt, Origen, Como Perros y Gatos y de más barbaries cinematográficas), y decirle sí al buen cine.


Título en Castellano: Mis tardes con Margueritte

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