Diremos que fuimos parte del semi-exilio, de ese “no nos vamos, nos echan”. Y les contaremos a nuestros nietos que no podíamos volver a casa en Navidad porque eso significaría darse por vencidos, y nosotros jamás tiraremos la toalla. Les hablaremos de lo que significa huir de un país en el que el futuro no existe y al que te gustaría volver cada día. Porque “Spain is different” y ahora lo entendemos. Es diferente porque allí las familias se abrazan, se besan y se dicen te quiero. Es diferente porque la gente no tiene miedo a tocarse y no tienen miedo a hacer ruido (bendito ruido en los bares, en los trenes, en las colas del metro de Madrid). Es diferente porque después de todo, no tenemos tantos palos en el culo como creemos. Pero el complejo de inferioridad que nos ha dejado la historia, las mil fracciones de un sólo país y el aplastante muro que imponen a las nuevas generaciones a la hora de soñar con un futuro mejor, ha llenado Reino Unido de españoles, con carreras universitarias, post grados, másters y un sin fin de experiencias no remuneradas, que nos ganamos la vida sirviendo hamburguesas en las cadenas más detestables del mundo. Pero, aquí estamos, saliendo adelante, diciéndole a los que no nos apoyaron que siempre estaremos dispuestos a cambiar por seguir soñando. Cambiaremos de casa, de piso compartido a piso recompartido, de ciudad a pueblo y de pueblo al mundo entero. Y cuando volvamos a casa, ya nunca seremos los mismos, pero seremos nosotros, enteros.
jueves, 19 de diciembre de 2013
sábado, 14 de diciembre de 2013
Su cama
Se pasaba la vida durmiendo, en todas partes, menos en su cama. Y sin darse cuenta convirtió su cama en un sitio frío, en el que guardar las cartas que le llegaban desde España y en el cesto de la ropa sucia.
Era la única manera de tener una escusa para no volver, para decir, mañana recojo y mañana duermo, duermo aquí.
A medida que el frío se hizo más fuerte, descubrió que el problema no era la cama, ni las carta, ni la ropa sucia. Era el pijama.
Se lo quitó, despacio, mirándose la piel, tocándose las heridas de los últimos meses. Y se dio cuenta del calor que desprendían las sábanas, la tinta y los olores de su nueva vida.
Era la única manera de tener una escusa para no volver, para decir, mañana recojo y mañana duermo, duermo aquí.
A medida que el frío se hizo más fuerte, descubrió que el problema no era la cama, ni las carta, ni la ropa sucia. Era el pijama.
Se lo quitó, despacio, mirándose la piel, tocándose las heridas de los últimos meses. Y se dio cuenta del calor que desprendían las sábanas, la tinta y los olores de su nueva vida.
lunes, 18 de noviembre de 2013
Sobre ti
ELLA- Voy a escribir
ÉL- Llevas diciéndolo semanas
- Pero es la primera que lo digo en serio
- ¿Y sobre qué vas a escribir?
- Sobre ti
- Ya
- ¿Qué pasa?
- Nada
- ¿Crees que no puedo escribir sobre ti?
- Es que tú siempre escribes cosas tristes
- No siempre
- Casi siempre
- A lo mejor me apetece cambiar
- Tú nunca has querido cambiar
- "Tú nunca", "tú siempre"
- Me gustas así
- Llevo meses sin escribir sobre ti
- Yo nunca he escrito nada sobre ti
- Es verdad
(Silencio)
ELLA- Me voy a la labandería
ÉL- Ya he arreglado la labadora
- Lo sé
viernes, 27 de septiembre de 2013
Predecir si
Aquí todo es distinto, Brighton no te deja adivinar nada. No te permite predecir si.
Si necesitas un paraguas contra las cagadas de las gaviotas.
Si necesitas unas botas de agua para las piedras de la playa.
Si necesitas una barca de madera para llegar hasta Londres en un tren para barcas de madera.
Si necesitas un reloj para sumarle una hora más y acordarte de los tuyos.
Si necesitas unas gafas para el día siguiente a.
Si necesitas un plato de jamón en vez de una tarrina de helado para llorar.
Si necesitas asomarte a la ventana para saber si chispea, llueve o hay tormenta.
Si necesitas correr porque el autobús no va a parar.
Si necesitas esperar en la estación durante horas para que aparezca.
Si necesitas salir antes para llegar más tarde y salir más tarde para llegar antes.
Si necesitas perderte por un callejón oscuro para encontrar lo que buscabas durante días.
Si necesitas ponerte tacones para que no te duelan los pies.
Y después de las mil predicciones erróneas, te das cuenta de que aquí todo es distinto.
Si necesitas un paraguas contra las cagadas de las gaviotas.
Si necesitas unas botas de agua para las piedras de la playa.
Si necesitas una barca de madera para llegar hasta Londres en un tren para barcas de madera.
Si necesitas un reloj para sumarle una hora más y acordarte de los tuyos.
Si necesitas unas gafas para el día siguiente a.
Si necesitas un plato de jamón en vez de una tarrina de helado para llorar.
Si necesitas asomarte a la ventana para saber si chispea, llueve o hay tormenta.
Si necesitas correr porque el autobús no va a parar.
Si necesitas esperar en la estación durante horas para que aparezca.
Si necesitas salir antes para llegar más tarde y salir más tarde para llegar antes.
Si necesitas perderte por un callejón oscuro para encontrar lo que buscabas durante días.
Si necesitas ponerte tacones para que no te duelan los pies.
Y después de las mil predicciones erróneas, te das cuenta de que aquí todo es distinto.
jueves, 19 de septiembre de 2013
Sí...
ESC1. EXT/DIA/PLAYA
ELLA y ÉL están sentados en las piedras de la playa. ÉL mira hacia delante. ELLA se acaricia los pies.
ELLA
¿Lo ves?
ÉL
¿El qué?
ELLA
El mar
ÉL
Claro
ELLA
Claro...
ELLA se levanta y se marcha.
jueves, 30 de mayo de 2013
En, por, que si
Darse
cuenta. Y crear un agujero en el que almacenar la mierda. Negro y largo.
Larguísimo. Y de repente las palabras sólo salen a trozos y lo que pensabas que
eras, era mentira. Te das media vuelta, chocas con todo lo que has ido
guardando durante meses y lo conviertes en, en, en, en, en, ¡en! ¿No lo ves?
No, nunca viste nada. Ni siquiera sirvieron los mil días esperando a que
contases al menos una milésima parte de tus viajes de septiembre hasta a la
luna. ¿Qué más da?, pensarás, después de todo lo que hemos pasado ¿qué puede
hacernos daño a estas alturas? A mí nada, desde luego. Nada tuyo, digo, nada
nuestro, nada que cuestione ni un ladrillo, ni una mesa plegable, ni unos
zapateros. Es que escucho cosas, ¿sabes? Me pongo frente a la ventana y escucho
el aire. No veas como duele escuchar el aire frío que llega desde Rusia, que a
mí crea unas flemas verdes y horribles y sin embargo parece que a ti te invita
a cambiar. Lo peor no es que cambies, lo peor es saber por qué, por qué de
repente, después de tantos años, tienes tanta curiosidad por, por, por, por,
¡por! Sólo digo que es raro, haz lo que quieras, que yo sigo aquí, llenando
agujeros (también hay otros que no son negros, por si has pensado que sólo me
gustan los malos recuerdos). En fin, supongo que debería parar, dejar de decir
tonterías sin sentido: que si quiero ser médica, que si me gustaría que fuésemos
a vivir a la India, que si dejamos de pagar la hipoteca, que si nos compramos
un cocodrilo para el wáter, que si volvemos a 2004, que si, que si, que si,
¡qué sí!
domingo, 26 de mayo de 2013
La sonámbula (sin música de Vincenzo Bellini)
-
Y que falten dos días, que falten mil años si no me crees
-
No te inventes historias…
-
No he llamado
-
¿Y por qué me aparece tu número?
-
Estaba durmiendo, tenía el móvil apagado joder
-
Sí, ¡ya sé que el móvil estaba apagado!
-
¡¿Entonces cómo te he llamado?!
-
¿Por qué no me dices la verdad? Es más fácil
-
Vamos a ver… mira, da igual
-
No, no da igual. Tienes que dejar de mentir, de mentirme
-
¡Pero que no te estoy mintiendo! ¡Qué estaba durmiendo!
-
¿Y entonces cómo has llamado?
-
Madre mía…
-
Tú te crees que me chupo el dedo
-
¿Sabes qué? Ya no. No voy a sentirme mal por dormir
-
¡Yo estaba durmiendo! ¡Y me has despertado!
-
Vale…
-
¡No puedes llamar a esas horas de la madrugada y después fingir que no
ha pasado nada!
-
¡¿Y qué si hubiese llamado?!
-
Has llamado…
-
¡Qué no! ¡¿Pero y si lo hubiese hecho?! ¡No es el fin del mundo joder!
-
¡A ti te da todo igual! ¡No sabes lo que es preocuparse por alguien!
¡No sabes lo que es que pasen por tu cabeza mil cosas malas cada segundo!
-
¡Estoy bien!
-
Sí, ya lo veo
-
Lo ves. Eres tú la que sufres, eres tú la que lo pasa mal, eres tú la
que se preocupa, eres tú la que llora
-
¡No he llorado!
-
¡Pues yo sí! Un día entero. ¡Un día y ni siquiera una llamada de
disculpa! ¡Un lo siento! Un, oye, que me he dado cuenta de que no has llamado
tú, que es otro número. Un, oye que tenía una llamada perdida y he pensado que
habías sido tú. O lo siento, me habré equivocado
-
Sé muy bien cuando me equivoco
-
Ya…
-
¿Y tú, lo sabes?
-
A cada minuto, me has enseñado muy bien cuando me equivoco. Me has
enseñado tan bien que esta noche he tenido todo el tiempo el móvil encendido
por si volvía a pasar. Tan bien que he revisado el teléfono por si había
llamado sin querer y me había tele transportado hasta aquí mientras dormía, tan
bien que he llamado a la compañía de teléfonos para pedirles explicaciones, para
conseguir, después de todo, haberme equivocado para tener que pedirte perdón
-
Lo siento… (cuelga).
lunes, 1 de abril de 2013
Cuatro meses
-
Desde enero y ya es abril
-
¿Dónde has escondido estos
cuatro meses?
-
Creo que los metí en el cajón ese de arriba
-
Es una caja
-
Es un cajón
-
Pues lo de ahí arriba es una
caja
-
Entonces no
-
Y si no están ahí, ¿dónde están?
-
No lo sé
-
Muy bien…
-
Además no los escondí, los guardé
-
Si no sabes dónde están, ¿cuál
es la diferencia?
-
Si los hubieses guardado tú no estaríamos discutiendo por esta
tontería
-
¡Son mis meses!
-
Los nuestros
-
Tantos para nada
-
¿Para nada?
-
No, lo que quiero decir es que ¿de
qué sirven tantos meses si los perdimos?
-
¡Qué no los perdimos, qué están guardados!
-
¿Dónde?
-
¿Qué más da?
-
¡Aquí están!
-
En el cajón…
-
Mírales, ¡qué bonitos!
-
Todavía nos quedan ocho más
-
Pues aquí ya no caben
-
Buscaré otro cajón…
-
Pero acuérdate de dónde lo dejas
-
Tampoco tenemos tantos huecos
para encajarlos
-
Bueno, pues déjalo ahí arriba,
con la caja esa
-
¿Y si los dejo en la caja?
-
En la caja no, en el cajón
lunes, 28 de enero de 2013
Django Unchained
(Este
texto está escrito para tener de fondo "Freedom", de Anthony Hamilton y Elayna Boynton)
Pasear
por Madrid, durante horas, con el frío y las manifestaciones en Sol. Con la
luna al fondo, imaginando que hacemos películas con Tarantino. Tu sangre a cámara
lenta cayendo sobre flores blancas y yo estampándome contra una librería por un
balazo.
Los dos
a caballo disparando a los malos (los más malos) y con la piel pintada de
negro. Discutiendo sobre si sería mejor otra máscara, mejor que estos paños que
una mujer cualquiera lleva cosiendo todo el día. (Mis disculpas a ella, a su
marido y a las horas que ha empleado. “Para la próxima lo haremos mejor”).
Y
aunque no pudiésemos respirar, volaríamos por los aires como él. Nos auto
inmolaríamos y seríamos felices al ver
la secuencia. “¿Te imaginas?” Nuestros cachitos de carne mezclados con un bote
de pintura roja y el croma verde de fondo. Me lo imagino.
También
podríamos hacer la pelea, tú puedes ser el que gana y el muñeco de mi cuerpo al
que le sacan los ojos. Sólo nos faltarían unos cuantos kilos, amasar algunos
músculos y poner la voz un poco más ronca. La mujer seductora y el parqué los
podemos contratar aparte.
Mejor,
mejor, mejor. Tú Leonardo DiCaprio y yo Cristoph Waltz en la escena del
cráneo. Aunque no sé cuál me gusta más. A ti te pega más el loco, por esos ojos
azules llenos de luz y a mí me pega más ponerme barba y luchar por los cuentos
que me contaban de pequeña.
Y para
acabar la película podíamos vestirnos de extras y dejarnos masacrar por el
protagonista. Multiplicarnos por quince y dejar que sus balas sean más certeras
que las nuestras. Me pido al que se queda en el suelo medio vivo, medio muerto
y todos le siguen disparando. “¡Joder!”.
No,
para acabar mejor dejar de hacernos los cojos.
“Es un western, no me jodan”. No me jodan, es Tarantino.
Gracias
por dejarme imaginar, por soñar juntos (más despiertos que nunca).
Te amo
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