(Este
texto está escrito para tener de fondo "Freedom", de Anthony Hamilton y Elayna Boynton)
Pasear
por Madrid, durante horas, con el frío y las manifestaciones en Sol. Con la
luna al fondo, imaginando que hacemos películas con Tarantino. Tu sangre a cámara
lenta cayendo sobre flores blancas y yo estampándome contra una librería por un
balazo.
Los dos
a caballo disparando a los malos (los más malos) y con la piel pintada de
negro. Discutiendo sobre si sería mejor otra máscara, mejor que estos paños que
una mujer cualquiera lleva cosiendo todo el día. (Mis disculpas a ella, a su
marido y a las horas que ha empleado. “Para la próxima lo haremos mejor”).
Y
aunque no pudiésemos respirar, volaríamos por los aires como él. Nos auto
inmolaríamos y seríamos felices al ver
la secuencia. “¿Te imaginas?” Nuestros cachitos de carne mezclados con un bote
de pintura roja y el croma verde de fondo. Me lo imagino.
También
podríamos hacer la pelea, tú puedes ser el que gana y el muñeco de mi cuerpo al
que le sacan los ojos. Sólo nos faltarían unos cuantos kilos, amasar algunos
músculos y poner la voz un poco más ronca. La mujer seductora y el parqué los
podemos contratar aparte.
Mejor,
mejor, mejor. Tú Leonardo DiCaprio y yo Cristoph Waltz en la escena del
cráneo. Aunque no sé cuál me gusta más. A ti te pega más el loco, por esos ojos
azules llenos de luz y a mí me pega más ponerme barba y luchar por los cuentos
que me contaban de pequeña.
Y para
acabar la película podíamos vestirnos de extras y dejarnos masacrar por el
protagonista. Multiplicarnos por quince y dejar que sus balas sean más certeras
que las nuestras. Me pido al que se queda en el suelo medio vivo, medio muerto
y todos le siguen disparando. “¡Joder!”.
No,
para acabar mejor dejar de hacernos los cojos.
“Es un western, no me jodan”. No me jodan, es Tarantino.
Gracias
por dejarme imaginar, por soñar juntos (más despiertos que nunca).
Te amo