Darse
cuenta. Y crear un agujero en el que almacenar la mierda. Negro y largo.
Larguísimo. Y de repente las palabras sólo salen a trozos y lo que pensabas que
eras, era mentira. Te das media vuelta, chocas con todo lo que has ido
guardando durante meses y lo conviertes en, en, en, en, en, ¡en! ¿No lo ves?
No, nunca viste nada. Ni siquiera sirvieron los mil días esperando a que
contases al menos una milésima parte de tus viajes de septiembre hasta a la
luna. ¿Qué más da?, pensarás, después de todo lo que hemos pasado ¿qué puede
hacernos daño a estas alturas? A mí nada, desde luego. Nada tuyo, digo, nada
nuestro, nada que cuestione ni un ladrillo, ni una mesa plegable, ni unos
zapateros. Es que escucho cosas, ¿sabes? Me pongo frente a la ventana y escucho
el aire. No veas como duele escuchar el aire frío que llega desde Rusia, que a
mí crea unas flemas verdes y horribles y sin embargo parece que a ti te invita
a cambiar. Lo peor no es que cambies, lo peor es saber por qué, por qué de
repente, después de tantos años, tienes tanta curiosidad por, por, por, por,
¡por! Sólo digo que es raro, haz lo que quieras, que yo sigo aquí, llenando
agujeros (también hay otros que no son negros, por si has pensado que sólo me
gustan los malos recuerdos). En fin, supongo que debería parar, dejar de decir
tonterías sin sentido: que si quiero ser médica, que si me gustaría que fuésemos
a vivir a la India, que si dejamos de pagar la hipoteca, que si nos compramos
un cocodrilo para el wáter, que si volvemos a 2004, que si, que si, que si,
¡qué sí!
jueves, 30 de mayo de 2013
domingo, 26 de mayo de 2013
La sonámbula (sin música de Vincenzo Bellini)
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Y que falten dos días, que falten mil años si no me crees
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No te inventes historias…
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No he llamado
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¿Y por qué me aparece tu número?
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Estaba durmiendo, tenía el móvil apagado joder
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Sí, ¡ya sé que el móvil estaba apagado!
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¡¿Entonces cómo te he llamado?!
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¿Por qué no me dices la verdad? Es más fácil
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Vamos a ver… mira, da igual
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No, no da igual. Tienes que dejar de mentir, de mentirme
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¡Pero que no te estoy mintiendo! ¡Qué estaba durmiendo!
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¿Y entonces cómo has llamado?
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Madre mía…
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Tú te crees que me chupo el dedo
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¿Sabes qué? Ya no. No voy a sentirme mal por dormir
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¡Yo estaba durmiendo! ¡Y me has despertado!
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Vale…
-
¡No puedes llamar a esas horas de la madrugada y después fingir que no
ha pasado nada!
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¡¿Y qué si hubiese llamado?!
-
Has llamado…
-
¡Qué no! ¡¿Pero y si lo hubiese hecho?! ¡No es el fin del mundo joder!
-
¡A ti te da todo igual! ¡No sabes lo que es preocuparse por alguien!
¡No sabes lo que es que pasen por tu cabeza mil cosas malas cada segundo!
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¡Estoy bien!
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Sí, ya lo veo
-
Lo ves. Eres tú la que sufres, eres tú la que lo pasa mal, eres tú la
que se preocupa, eres tú la que llora
-
¡No he llorado!
-
¡Pues yo sí! Un día entero. ¡Un día y ni siquiera una llamada de
disculpa! ¡Un lo siento! Un, oye, que me he dado cuenta de que no has llamado
tú, que es otro número. Un, oye que tenía una llamada perdida y he pensado que
habías sido tú. O lo siento, me habré equivocado
-
Sé muy bien cuando me equivoco
-
Ya…
-
¿Y tú, lo sabes?
-
A cada minuto, me has enseñado muy bien cuando me equivoco. Me has
enseñado tan bien que esta noche he tenido todo el tiempo el móvil encendido
por si volvía a pasar. Tan bien que he revisado el teléfono por si había
llamado sin querer y me había tele transportado hasta aquí mientras dormía, tan
bien que he llamado a la compañía de teléfonos para pedirles explicaciones, para
conseguir, después de todo, haberme equivocado para tener que pedirte perdón
-
Lo siento… (cuelga).
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