Pamplinas de una vida

domingo, 24 de julio de 2011

Los buenos

- El mundo se ha vuelto loco.
- Es el verano.
- No, son ellos.
- ¿Los malos?
- Los buenos.
- Pero ellos no están locos.
- ¡El mundo, es el mundo!

martes, 5 de julio de 2011

Pequititas

- Pensaba que era mentira, los perros siempre me han parecido animales un poco
estúpidos.
- No lo son.
- Bueno, yo lo pensaba.
- Pues no.
- No importa, que lo pensara antes no quiere decir que lo piense ahora.
- Sí que importa. Si lo pensabas lo seguirás pensando.
- La gente cambia de opinión.
- ¿Has cerrado la puerta del balcón?
- No va a colarse por esa rendija.
- ¿Quieres matarla?
- Si intenta meterse por ahí lo escucharemos.
- Tú no escuchas nada cuando estás dormido. ¿Y yo? Yo seguro que no.
Segurísimo que no.
- No va a…
- Me importa una mierda lo que pienses.
- Ya no lo pienso joder.
(Pausa)
- Si me quieres cierra.
- Pero estamos en pleno verano, vamos a sudar como pollos.
- Pues sudemos.
- Puedo poner un cartón para que no pase.
- Saltara.
- ¿Una maleta?
- Se subirá.
- Mierda.
- Lo hará.
- No, que huele a mierda.
- ¡Mierda!
- ¡Se ha cagado en la alfombra!
- ¡Mi alfombra! Muy mal Pequititas, hoy dormirás en el balcón.
- Pero si has dicho que…
- ¿Ahora vas a defenderla?
- Entonces…¿puedo abrir o no?
- No.


Conversaciones de martes noche con mi perra.

72 minutos

Lo jodido de ver una película online es que sólo tienes 72 minutos. Además de que tienes que esperar a que se cargue…algo interminable. Y al final acabas yéndote a la cama, sin película, sin palomitas y sin llorar.

viernes, 1 de julio de 2011

Ojos abiertos

Te miré mientras dormías con los ojos abiertos. Estuve haciendo un rato el tonto para comprobar si estabas dormido: jugué con las manos, hice todas las muecas que existen, salté en la cama como pude, fui en bicicletas imaginarias y bailé afro unos treinta segundos. Y tú, ahí, igual que un pez en la pescadería. Entonces me di cuenta de que podía contarte todo lo que había hecho durante el día, inventarme lo que habías hecho tú, cogerte la mano y sentirme como hace 20 años. Desde entonces es el mejor momento del día, el único en el que podemos escucharnos de verdad y llegamos a comprendernos. Pero ahora que estás despierto, tus ojos están menos abiertos que nunca. Tengo que ir a la cocina, se va a quemar la comida.