Pamplinas de una vida

viernes, 1 de julio de 2011

Ojos abiertos

Te miré mientras dormías con los ojos abiertos. Estuve haciendo un rato el tonto para comprobar si estabas dormido: jugué con las manos, hice todas las muecas que existen, salté en la cama como pude, fui en bicicletas imaginarias y bailé afro unos treinta segundos. Y tú, ahí, igual que un pez en la pescadería. Entonces me di cuenta de que podía contarte todo lo que había hecho durante el día, inventarme lo que habías hecho tú, cogerte la mano y sentirme como hace 20 años. Desde entonces es el mejor momento del día, el único en el que podemos escucharnos de verdad y llegamos a comprendernos. Pero ahora que estás despierto, tus ojos están menos abiertos que nunca. Tengo que ir a la cocina, se va a quemar la comida.

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