Pamplinas de una vida

viernes, 20 de agosto de 2010

Niño de mar

Porque lloraba se fue. Y hundió sus pasos en el océano donde nadie escucha ni atiende a tus quejidos. El niño con cuerpo de hombre abandonado decidió sentarse a esperar en la piedra más céntrica de todas las aguas. Allí pasó los días, las tormentas de verano y los atardeceres de agosto. Compartió secretos con las olas y les confesó lo cansado que estaba de vivir entre frívolos y románticos.
Les decía, “me despierto y el mundo me da una buena ostia. Si yo sólo me levanto para vivir, para oler las flores bonitas del vecino, para limpiar mierda de perro y sentirme mal cuando fumo”.
Pero las olas no le respondían…no te responden.
En cinco días y media noche parecía incrustado en la roca, y recordaba a la niña en el muelle de San Blas, el caracol de su ventana, la harina en sus pantalones...
Hoy sólo queda la huella de sus manos, entre agua y espanto, entre espera y resignación de una nada que al final aplasta.

Fotografía por Marina F.F

¿Por qué?
Porque lloraba.

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