Pamplinas de una vida

domingo, 30 de mayo de 2010

Entre tus piernas

La madurez de la gata con botas sólo se puede apreciar desde lejos, entornando la cabeza hacia la izquierda y cerrando al máximo los párpados.
Su mirada te penetra y te enmudece el corazón, ruina en el balcón de tus pensamientos más oscuros.
Y únicamente cuando te crees dormido escuchas su ronroneo en tu almohada.
Olisquea sagaz tus mentiras y baila astuta entre tus piernas.

Miauuuuu, maúlla la gata.

Qué gorda estás de gatitos voraces, mininos retozones y atestados de quimeras. Cuando salgan de tu vientre, felina desdichada, les lamerás las heridas y sorberán tu leche, a cambio de nada. ¿A cambio de amor? A cambio de nada.
Romperá a llorar la razón y se carcajeará el sinsentido, porque hace tiempo que los tejados están llenos de gatitos crápulas y manilargos, que te roban el sueño y te rasgan el goce de la despreocupación.
Pobre animalucha tan coloreada de pasado, tan a expensas de apariencia.
Y en las noches más oscuras chilla, araña al perro y recuerda al gato, cría cansada.

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