LAS SEÑORAS EDUCADAS NO SABEN TENER LA BOCAZA CERRADA
Sé, espero, deseo, que esa señora jamás lea estas líneas, pero como el mundo es un pañuelo y tengo ganas de ir al baño le diré:
Estimada señora del asiento de atrás. Siento mucho que su educación se haya perdido entre el abrigo de pieles y los zapatos de charol.
¿Sí? Hola, no, no te preocupes, es que estoy en el cine. Pues faltaran unos veinte minutos. Sí, cuando acabe te llamo. La verdad es que un poco larga sí que es. Bueno, luego hablamos. Un besito. ¡Oye! ¿Lola ya está mejor? Vale, venga. Hasta ahora.
¿Cree usted que esto viene a cuento entre estas líneas tan bonitas que le estoy dedicando? Y como su intelecto, hoy puesto sobre la mesa, está claro que no le da, le diré que NO. Yo sólo quería ir al cine, hacer una crítica aceptable y meterme en la cama. Pero resulta que aquí estoy, escribiendo sobre usted, sobre Manolo Escobar y sobre desconocidas que se llaman Lola.
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