
Princesita, apareciste así, sin llamada alguna, en el momento más absurdo de mi vida, en los días en los que la ternura parecía anormal. Me has hecho confesar las heridas, me has lavado los días amargos y me has dado la llave de la comprensión infinita. Sólo contigo he subido hasta lo más alto del microscópico Noez y he espiado conversaciones de octogenarias entre las rejas de la madrugada. Por eso, por cada segundo compartido y por los que no, feliz 2 de enero, feliz 2011 y felices 21.
:D Estoy pensando en qué puedo contestar!
ResponderEliminarSin palabras me dejas, Marina. Pero, bueno, seguro que estarás pensando que no necesitas que te diga nada! que sólo te basta con que yo lea todo lo que has escrito. Y así es, no voy a decir nada más porque prefiero que sigamos nuestra vida y juntando experiencias y ya luego, después, escribimos de ellas! y lo recordemos todo y seguro, nos reiremos como tantas veces, hasta esperar que una de las dos sea capaz de proseguir la conversación hasta que a la otra se le pase el efecto de hiperventilación que nos generan las risas. Esas risitas descontroladas! Tu risita, que quiero que se quede conmigo siempre y jamás se vaya.