Pamplinas de una vida

lunes, 12 de abril de 2010

El viejo que hay en mí

No estoy solo, soy mi vida reinventada, soy la figura del guardián de mis sueños futuros, un rompecabezas que me dice: sigue, sigue, y no dejes de pensar en lo que sentías y has olvidado. Romper con las anécdotas inservibles de esta soledad que acompaña a este viejo estúpido y rufián sin nombre, sin empeño, por recordar como sea lo que venga, sin dilaciones, ni consecuencias para el día de la muerte cálida y fría, el día en el que nadie acudirá a tirar un ramo de flores a la puerta de la noche blanca.
¿Sabes? Volvamos a empezar, porque este cuento sin sentido no me gusta, y escribir sin el placer de decir adiós es demasiado doloroso par curar las heridas de antaño.
Vuelve como quieras, pero vuelve y acaríciame y dime que estas frases son las mejores que has leído nunca. Porque estoy cansada de escribir por escribir, hoy escribo sin pensar. Pienso y mi cabeza razona, y las ideas no fluyen, y mi estrafalaria vida hace del renacer de una flor la primavera entera.

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