Pamplinas de una vida

sábado, 13 de noviembre de 2010

A ellas, líneas de alaja

Las mujeres fuertes, que todo empezaron y crearon un mundo nuevo, mi mundo.
Las señoras con rulos, faldas largas y mil pañuelos.
A ellas, les dedico estas líneas. Porque después de unos días pensando a quien dedicarle esta entrada número 100, prefiero dedicársela a ellas.
Sin las pequeñas de huesitos carcomidos, espalda cansada y ojos vividores no existiría.
Abuelas, sois tan diferentes.
Y vuestro Godot siempre presente, en vuestros rezos que en mí se han borrado, en vuestras despedidas, en vuestros deseos.
Me gusta escuchar tus historias. La Guerra. Todavía hay gente que vivió en guerra y saben por lo que lucharon. ¿Lo sabemos nosotros?
Tus rodillas cansadas por el tiempo, tus sonrisas entre el salón y la habitación de la mala suerte.
Tú sabes mis miradas.
Carmen, vuestra alianza simultánea.
Vosotras, rotas por la época que os tocó vivir trajisteis a dos personas maravillosamente imperfectas.
Chocolate caliente para desayunar. Ahora entiendo que celebrábamos recuerdos cada mañana.
Sin vosotras no hay pasado. Yo soy vosotras, por eso, por todo, por nada, gracias.

Vuestra alaja.

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