Pamplinas de una vida

martes, 25 de marzo de 2014

La vida era otra cosa

Tu lo llamas las rocas. Yo lo llamo el sitio en el que aprendí a ser feliz. En el que entendí que hasta estar sentados, al sol, escuchándonos sin hablar, era mucho más intenso que el ritmo al que yo solía llamar vida.
Corre.
Va tarde.
No llegas.
Ya se ha ido.
Lo has perdido.
Ya no te da tiempo.
Y así todos los días, sumándole idos, perdidos y no, no, no. Sí, eso me enseñaron, que así era la vida, y que la felicidad no existía, que sólo había cosas que te hacían ser feliz de vez en cuando, pero que la vida era otra cosa. Y aunque nunca les dije nada, siempre supe que andaba buscando ese sitio, ese del que ahora no les hablo, porque no entenderían que ir, perderse y saber decir que no, eso sí que es otra cosa.







1 comentario:

  1. La felicidad de unos está aquí, y la de otros está allí.
    Y menos mal, porque si no todo sería aburridísimo.

    A mí me gusta pensar que donde unos ven ritmos frenéticos, carreras y prisas otros encuentran pasión, felicidad, esperanza, lucha, risas y alivio.

    La vida es otra cosa, coincido contigo; pero no sólo entre aquí y allí.
    También entre personas (en el mismo sitio),
    entre momentos (en el mismo sitio),
    o entre objetivos (en el mismo sitio).

    La clave está en perderse, como bien dices.

    Desde aquí te abrazo :)

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